sábado, 29 de marzo de 2014

Sola, vacía y perdida.

Me siento vacía, sola, rota, cual muñeca de porcelana hecha añicos.
La vida ya no tiene sentido, los días pasan, monótonos y aburridos.
Nada ni nadie me motiva a seguir adelante, todo a mi alrededor desaparece esporádicamente y solo quedo yo, siendo dominada por mi perturbadora mente.
Me siento inútil, como si no pudiese hacer nada para encontrar un remedio contra lo que me está destruyendo.
Pero ¿qué se puede hacer cuando lo que te está destruyendo es tu propia mente?
Me he dado por vencida, he perdido la batalla contra mi misma y vuelto a caer en el pozo del que intenté salir.
Una sola palabra hubiese bastado para salvarme. Una sola.
Una llamada, una caricia, algo.
Un indicio de preocupación, de que mi presencia era importante para alguien. De que querían que siguiese viva.
Pero hicieron oídos sordos, se hicieron a un lado. No me escucharon.
Y ahora me encuentro sola y abrumada por la inmensa oscuridad que me rodea, por el frío inminente que me hace temblar.
Pero ¿es realmente el frío lo que me hace temblar? ¿o es quizás el miedo y la desesperación lo que me hace temblar de esa manera?
Pero ¿miedo de qué? ¿De la muerte quizás?
Creía no tenerle miedo a la muerte, pero me equivocaba.
Solía tenerle miedo a la vida, a vivir y a la soledad que eso conllevaría.
Porque ¿acaso no estamos completamente solos? Siempre lo estamos, lo que tenemos y lo que nos rodea nunca es suficiente, siempre queremos más y el deseo de pedir lo que no podemos tener, es lo que nos mata por dentro.
El deseo es lo que nos mata, el deseo de querer ser dueños de algo que no nos pertenece en absoluto.
Nacemos solos y morimos solos, porque la gente no te quiere para siempre, sólo te quieren para un rato.
Y es por eso por lo que le tengo miedo a la vida, porque para sobrevivir en este mundo en el que abundan los humanos incapaces de comprenderse a ellos mismos, hay que reunir el valor suficiente para seguir adelante a pesar de los golpes y de las caídas que la vida se encarga de darnos.
Es demasiado fácil rendirse y darse por vencido, en vez de tener el valor y la valentía suficiente para levantarnos y seguir luchando e intentar llegar al final de la batalla.
Pero en mi caso, la batalla ya está perdida. Luché y peleé, pero me tocó perder.
Los golpes fueron demasiado fuertes y las caídas demasiado duras y no conseguí levantarme, me quedé ahí, esperando algo o a alguien que me ayudase a levantarme, algo que nunca llegó.
Y ahora me encuentro aquí, sola, perdida y muerta en vida, aferrándome al pasado y al recuerdo de aquellas personas, que dijeron quererme y que duraron menos que un suspiro.

martes, 25 de marzo de 2014

Recordándote.

Observo el atardecer
con los ojos llorosos
anhelando tus abrazos
en aquellos días lluviosos

Tus brazos, rodeando mi cintura
tus labios, rozándome el cuello
nuestras manos jugando entre ellas con soltura
tu cabeza, posada en mi pecho.

Ambos susurrándonos lo mucho que nos amábamos
palabras falsas, sin sentido
nos engañamos y esperamos
a que surgiera el amor, donde nunca nada había ocurrido.

Sin embargo, el tiempo hizo de las suyas y me juntó contigo
y ahora me pregunto. por qué te habré conocido
las personas que aman de verdad, no se van, no abandonan la partida
y si lo hacen, vuelven y se arrepienten de su ida.

Tú no me quisiste, simplemente me utilizaste
cual muñeca de trapo, a la que usaste y abandonaste.

Fuiste mi todo, yo fui tu nada
abandoné mi vida por ti y me dejaste destrozada.


domingo, 23 de marzo de 2014

Sonríe.

Sonreír, una de las cosas más bonitas y a la vez más difíciles que existen.
Una sonrisa, con una simple sonrisa cualquiera podría pensar que estás feliz, que no te pasa nada, que no necesitas que alguien te de un abrazo y que te susurre al oído que todo irá bien.
Una sonrisa puede mostrar miles de sentimientos u ocultarlos.
Cuando alguien sonríe, puede hacerlo bien porque está feliz y manifiesta esa felicidad a través de una sonrisa o bien porque quiere ocultar sus sentimientos fingiendo que está perfectamente bien, fingiendo que no le pasa nada.
Sonreír es sin duda, de las mejores cosas que alguien puede hacer cuando está triste, pero ¿de verdad una persona es capaz de sonreír cuando lo único que quiere es llorar o incluso desaparecer por un tiempo?
La gente cree que con decirme 'sonríe' voy a ser capaz de hacerlo, que voy a ser capaz de sonreír en un momento tan difícil pero están equivocados, no es tan fácil como parece.
Es como si me dan un bofetón y dos segundos después tengo que sonreír y hacer como que nada ha pasado. Sería imposible fingir que el golpe no me ha dolido, porque el dolor está ahí, presente, y una sonrisa no sería suficiente para ocultarlo.
Pero ¿sabes qué? Si me levantase y les sonriese a la personas que me han hecho daño, les demostraría que no me afecta en absoluto lo que puedan hacerme o decirme, que soy más fuerte que ellos y que no van poder conmigo.
Por el contrario, si me derrumbase, les demostraría que soy débil y vulnerable e irían a por mi, me darían dónde más me duele, para intentar hacerme más daño aún. ¿y todo eso por no haberles demostrado que no van a poder conmigo? ¿todo eso por no haber sonreído?
Aunque duela, por muy difícil que sea sonreír en ese momento tienes que hacerlo, no puedes llorar y derrumbarte ¿de qué te serviría eso? Haciéndolo solo demostrarías debilidad, te mostrarías vulnerable ante los que quieren hacerte daño y les darías lo que ellos quieren.
Sé que es difícil y en esos momentos cuando el dolor está más presente que cualquier otro sentimiento es muy difícil que saques el valor suficiente como para esbozar una sonrisa pero tienes que hacerlo, por tí, porque eres fuerte y una sonrisa tuya vale más que cualquier crítica o insulto que hayas recibido por parte de gente que no te aprecia ni sabe valorar lo mucho que vales como persona.
Sonríe, por ti, porque te lo mereces.

martes, 18 de marzo de 2014

Tú, simplemente tú.

Sonrisas que contagian
miradas que delatan
Besos que reviven lo que las decepciones matan.

Tu recuerdo y tu sonrisa
perduran en mi mente
y yo no pierdo la esperanza de volver a verte.

Me quedo quieta, delirando
pensando que volverás a mi lado
y que contigo traerás el remedio
a este vacío, que es todo oscuridad y frío.

¿El remedio? Tu sonrisa.
¿La víctima? Yo misma.

Pequeños momentos que crearon una ilusión
en la cuál creí, en la cuál pensé.

Creíste que mi corazón era una estación de trenes
en la cuál podrías entrar y salir cuando quisieses.

Pero en un impulso te dejé marchar, llegué demasiado tarde
y fui la unica desafortunada en no porderte alcanzar;
ahora me encuentro sola, perdida en medio de la estación
esperando a que aparezcas y hagas tu mágica  reaparición.

Quiero perderme contigo
en la inmensidad del mar
o en el azul de tus ojos,
definición de una belleza ejemplar;
y abrazarte cada noche
sintiéndote a mi lado,
susurrarte al oído
que no quiero que me regales tus mejores días,
sino tus mejores noches, conmigo.