Soy una cenicienta con los tacones llenos de barro
y el pelo enredado,
con un vaso de plástico en una mano,
el corazón roto en la otra
y mil ideas tristes en las que estar pensando.
No soy una de esas princesas que lloran por miedo a ahogarse,
que sueñan sin saber que eso las llevará al fracaso,
que besan a algún que otro sapo
que, más tarde, no recordará ni el sabor de sus labios.
No tengo corona,
sólo una botella
y muchas heridas escondidas tras la ropa
que esconden secretos custodiados por el silencio
y narran no cuentos,
sino mi historia.
Sólo soy otra chica con las manos temblorosas,
los ojos tristes
y una sonrisa siempre en la boca.